El delantal de la Abuela
Este sábado, el conductor de “Séptimo Día”, Daniel Toledo, comparte con los oyentes de Sudamericana una reflexión sobre el valor de las simples cosas. “El delantal de la abuela”, una lectura para valorar en cada acto cotidiano la profundidad de la existencia…
¿Te acuerdas del delantal de la abuela?
La principal función del delantal de la abuela era proteger el vestido que estaba debajo, pero además servía de agarradera para retirar la sartén más que caliente del fuego.
Era una maravilla secando las lágrimas de los niños, y en ciertas ocasiones, limpiando sus caritas sucias.
El delantal servía para transportar desde el gallinero los huevos, los pollitos que necesitaban terapia intensiva, y a veces los huevos golpeados que terminaban en la hornalla.
Cuando llegaban visitas, el delantal de la abuela servía de refugio a los niños tímidos, y cuando hacía frío, la abuela se envolvía los brazos en él.
Aquel viejo delantal, agitado sobre el fuego, oficiaba de fuelle. Y él era el que cargaba con las papas y la leña hasta la cocina.
Servía también de canasto para llevar las verduras desde la huerta.
Después de usarse en la cosecha de las arvejas, le tocaba el turno con los repollos.
Con él se recogían los frutos que caían de los árboles al terminar el verano.
Cuando alguien llegaba inesperadamente, era sorprendente la rapidez con que el viejo delantal podía sacar el polvo de los muebles.
Cuando se acercaba la hora de comer, la abuela salía a la puerta y agitaba el delantal, y entonces los hombres que estaban en los campos comprendían de inmediato que el almuerzo estaba listo.
La abuela también lo usaba para colocar en la ventana la torta recién sacada del horno, para que se enfriara. Actualmente, por el contrario, la nieta coloca la torta en el mismo lugar, pero para que se descongele.
Pasarán largos años antes de que alguien invente un objeto que pueda reemplazar aquel viejo delantal que tantas funciones cumplía…
AS
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